Es una de las primeras intervenciones en el sitio previas a la construcción, lo que busca es llevar y garantizar el estado óptimo del terreno para una adecuada cimentación. Conlleva una serie de cálculos que deben ser tan precisos que por eso es importante dejarlos en manos del equipo experto en infraestructura.

Con el movimiento de tierras se busca el despeje y la limpieza del terreno, es remover todo aquello que obstaculiza o no garantiza la correcta cimentación de la futura construcción. Debe llegar a la correcta nivelación que exigen los planos constructivos. Como todo proceso, lleva fases cuidadosas, que van desde el desmonte y vaciado, hasta el terraplenado.

Como se busca que el terreno llegue a la densidad, la estabilidad y el soporte adecuado para la cimentación de una nueva edificación, se evalúa previamente mediante estudios topográficos el estado real y la capacidad de la tierra actual. 

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Esta interpretación de datos es determinante para la correcta formulación de acciones y materiales a utilizar en los nuevos rellenos. Además, en algunos casos las construcciones contiguas están muy cercanas a la obra y es necesario velar por la integridad del soporte de sus estructuras. Un mal cálculo de movimientos puede significar el desplome de estas.

No todos los terrenos son planos ni todas las construcciones de un solo nivel, muchas llevan varios pisos o inclusive desniveles. El analizar los ángulos de los taludes naturales o lo que eventualmente sean necesarios producir.

El uso de maquinaria es muy común a lo largo del proceso, los ingenieros estructurales deberán valorar al final si el terreno llegó a la compactación o cohesión adecuada, para posteriormente dar luz verde al arranque general de la obra. 

Esta fase está ligada de manera importante a una cimentación efectiva, ahí es donde radica la importancia de generar una acción de la mano con una consultoría estructural experta.

Consurbanes (Mariana Sáenz Mora)